La pasada semana salió un reportaje en el periodico El Caribe, de los tantos que se podrían publicar cada día, sobre uno de los que en décadas pasadas fuera el exquisito balneario Arroyo Caño, en Tenares, en la provincia Hermanas Mirabal, o Salcedo, hoy es un foco de contaminación y degradación ambiental, cubierto de desechos sólidos, animales muertos, aguas sucias y cuantas inmundicias podamos imaginar y ver.
Las comunidades circundantes se quejan y reclaman de las autoridades ambientales y municipales el saneamiento de lo que antes fue un afluente cristalino y sano, fantástico balneario, pero que hoy no lo es producto de la indolencia y la falta de compromiso y responsabilidad ambiental y social.
Al igual que casi todo el mundo, hemos estado creyendo que los recursos naturales son infinitos y que los ríos se llevan todo. Hoy queda evidenciado que todo lo que tiramos a los ríos ahí se queda y al final todos pagaremos la factura que el medio ambiente nos pasa.
Decir ahora al Ayuntamiento o a Medio Ambiente que vengan a sanear esta o aquella fuente de agua, no es la manera responsable, pues todos la contaminamos, y como en una fiesta en casa, todos debemos ayudar a recoger, también en los espacios públicos todos debemos decir yo puedo hacer, pero además, el Estado debe ser responsable en el tema del empoderamiento de las comunidades y procurar una sociedad comprometida.
Recuperar esos espacios y garantizar su seguridad tiene que producirse de manera conjunta entre los sectores públicos-privados, porque como dice el refrán “lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta”.
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