domingo, 22 de enero de 2012

Santiago y sus falsos adoquines II

La pasada semana en este mismo espacio comenté lo que pude observar en Santiago de los Caballeros tras el remozamiento de sus calles, donde las aceras fueron reconstruidas para mayor hermosura, sin tomar en cuenta las necesidades de personas especiales y otras no tan especiales.

Tras esa publicación recibí la retroalimentación de la colega Luisa Rebeca, de cuyo texto hoy reproduzco un fragmento para ustedes.

“El intento de ‘adoquinar’ las calles del centro histórico ha puesto en peligro a quienes a diario se desplazan por sus calles.

Graves los casos debido a la falta de previsión y planificación de los mismos, al trabajo mal hecho que dio como resultado unas aceras con desniveles sorprendentes que provocan diariamente caídas a jóvenes y envejecientes.

“En época de lluvia, la situación se agrava, debido a que el transeúnte debe descender al pavimento, ya que las aceras se llenan de agua, debido al desnivel, registrándose casos muy graves en la calle San Luis, tramo comprendido entre Restauración y Beller, a mano derecha y en la calle Restauración, tramo entre Duarte y España, a mano derecha.

El mismo sistema de adoquines simulados es utilizado en la parte exterior del Edificio Gubernamental Antonio Guzmán (Huacalito) y la parte frontal del Hotel Matum, donde sí fueron aplicados los rigores pertinentes para que los resultados fueran buenos. Sin embargo, en el centro histórico de Santiago ha constituido un grave peligro, no solo para las damas en calzado de tacón, sino también para quienes utilizan zapatos planos.

“Es preciso que este trabajo sea revisado para hacer de Santiago una ciudad más viable y más propensa a que la gente acuda a su centro histórico, de día o de noche, para disfrutar, sin tropiezos ni experiencias incómodas, de esta ciudad...”

Santiago y sus calzadas

Santiago de los Caballeros ha sido renovado, al menos las calzadas de muchas de las calles principales del casco urbano, algunas simulan adoquines y otras una especie de concha sin mucha gracia.

Entre calzadas viejas y agrietadas, nuevas y coloridas, pues también están hechas en color ladrillo, hay que decir que ahora las calles lucen mas atractivas.

Sin embargo, no podemos decir que han sido todo un éxito y no vamos a mencionar el run run que, en su momento, ocasionaron por el tema económico. Hoy solo podemos ver el elemento práctico y de utilidad para los transeúntes.

Recién estuvimos caminando por estas hermosas vías y pudimos observar que las rampas de acceso o descenso para personas con necesidades especiales con frecuencia solo están en un lateral de las esquinas, mismas que muchas veces son bloqueadas por vehículos mal estacionados.

Recuerdo una mujer a quien le hice notar que estaba obstaculizando la rampa y respondió que no podía moverse porque estaba incómoda, es decir, sentada en su van, mal estacionada, en una esquina de una sola rampa, pero igual no le importaba.

Conversé con un hombre que utiliza una prótesis de pierna y prefiere arriesgarse a ser impactado por un vehículo que a correr el riesgo de caerse si falsea al afincar en las imitaciones de adoquines. Sin pensar en él, comentó que “las muchachas elegantes ya no pueden caminar con sus tacones”.

Eso porque pueden entrar en las ranuras y hacerlas caer. Sillas de ruedas, bastones, muletas, andadores, cochesitos de bebé y cualquier necesidad especial que tengan los moradores y visitantes de Santiago no fueron tomadas en cuenta y una vez más triunfó la estética ante la inclusión de los menos afortunados.

La tendencia mundial es lograr que las sociedades sean cada vez más abiertas y pro activas, menos dependientes, más autosuficiente, pero al momento de pensar en las calzadas, nada de esto primó.