Escrito por: Dilenia Cruz (dileniacruz2011@gmail.com)
Mi pequeño Sebastián, con apenas seis meses de vida, ya está haciendo grandes esfuerzos por estar de pie, aprender a gatear y gorjea largas conversaciones.
Al verlo hacer intentos una y otra vez compruebo que las cosas no se dan tan fáciles en la vida, solo que no recordamos cuán difícil se nos hizo agarrar algo, dar los primeros pasos o algo de lo que muchos abusamos, HABLAR.
Para quienes por un traspiés de la vida pierden algunas de estas habilidades y deben volver a aprenderlas, puede resultar frustrante, pero si volvemos la vista a esos primeros doce meses de vida entenderíamos que no es tan fácil, pero como en esos momentos tenemos tantas manos que nos sujetan, tantos rostros que nos sonríen, tantos locos enredándose la lengua para imitar los sonidos de un bebé, mientras los pequeños tratan de aprender el lenguaje de los adultos.
Si lo vemos con detenimiento volveríamos a plantearnos la vida y aprovechar cada mínimo segundo en el que respiramos como la mejor y mayor oportunidad de alcanzar y sujetar los proyectos y sonreír y servir a otros porque quién sabe si en cualquier momento volvemos a convertirnos en bebés y volvamos a necesitar esos rostros para reincorporarnos más pronto, pero sobre todo aprender a ser agradecidos.
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