Encontrarse con amigos o familiares que aprecias y de quienes valoras sus comentarios y observaciones es una terapia gratuita para renovar energías y bríos. No soy sicóloga o siquiatra, pero estoy segura que estarán de acuerdo con mi afirmación.
Sin importar el tiempo transcurrido entre un encuentro y otro con gente positiva, el resultado siempre es el mismo.
Los familiares, amigos, ex compañeros de clases o trabajo, vecinos y otros tipos de relaciones que vamos construyendo en el trayecto de la vida nos hace sentir gratificados, aun en la distancia.
Dado que los últimos meses he estado viviendo fuera del territorio dominicano y por más que uno quiera la comunicación se merma con todo nuestro entorno habitual, es mucho más valorado el poder estar en contacto con la gente querida, sin importar cuáles sean las circunstancias.
Con motivo de las festividades navideñas tuve oportunidad de encontrarme con amigos cultivados en la República Dominicana, quienes viajaron hasta Rhode Island, donde estoy residiendo, el encuentro fue emotivo y lleno de añoranzas y deseos de restaurar todo aquello que dejamos pendiente en pos de nuevas oportunidades.
Con motivo de las festividades navideñas tuve oportunidad de encontrarme con amigos cultivados en la República Dominicana, quienes viajaron hasta Rhode Island, donde estoy residiendo, el encuentro fue emotivo y lleno de añoranzas y deseos de restaurar todo aquello que dejamos pendiente en pos de nuevas oportunidades.
Traigo este encuentro a colación porque quiero referir otro más emotivo en el cual no intervienen los aviones, aeropuertos o llamadas telefónicas, solo el internet y What’s App, el encuentro de “Las Guerreras”, un grupo de mujeres que a fuerza de creer, hacer y dar son triunfadoras .
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