Ante las reacciones que recibí la pasada semana con el tema de la autoestima, y tras reenviarla a la especialista Lourdes Henríquez, a quien puede contactar a través de www.cedinfa.blogspot.com , gentilmente nos hace otros aportes sobre el tema que me parecen significativos, y hoy se los presento.
“Si bien es cierto que según los ‘psicólogos del desarrollo’ los primeros años de vida son vitales para el logro de la seguridad básica y el establecimiento del ‘vínculo seguro’, esta relación necesita establecerse con los cuidadores principales. La relación hij@ madre es vital, pero no es la única.
El padre y otros cuidadores (maestros, abuelas, tíos) ayudan a que él y el niñ@ pasen de un apego específico (con la madre primero por la relación simbiótica que ya se tiene) a un apego múltiple.
Haciéndose el mism@ niñ@, más inteligente, más activ@, más curios@ (base de su aprendizaje).
Cuando la madre se sobrefunciona y solo tiene el papel de cuidadora, se olvida de sí, no trabaja y nadie la ayuda en este importante papel; esa situación la coloca en un estado de desesperanza, que va a pasar a su pequeñ@ niñ@ y esto sí va a afectar su amor propio o valoración personal.
Decía Erick Fromm que “solo la madre que se ama lo suficiente para amar la vida puede enseñar a amar”, en otras palabras solo podemos amar en la medida que nos amamos a nosotros mismos (no se puede dar lo que no se tiene).
En la adultez, quienes no tuvieron madre, padre, abuelos, cuidadores amorosos, talvez por ello su autoestima no sea la más elevada, pienso que todavía tienen la oportunidad de mejorar, pero es fundamental reconocer esas deficiencias para buscar el tipo de ayuda especializada que se requiere y lo que es aún más importante, saber escoger el especialista adecuado.
“Si bien es cierto que según los ‘psicólogos del desarrollo’ los primeros años de vida son vitales para el logro de la seguridad básica y el establecimiento del ‘vínculo seguro’, esta relación necesita establecerse con los cuidadores principales. La relación hij@ madre es vital, pero no es la única.
El padre y otros cuidadores (maestros, abuelas, tíos) ayudan a que él y el niñ@ pasen de un apego específico (con la madre primero por la relación simbiótica que ya se tiene) a un apego múltiple.
Haciéndose el mism@ niñ@, más inteligente, más activ@, más curios@ (base de su aprendizaje).
Cuando la madre se sobrefunciona y solo tiene el papel de cuidadora, se olvida de sí, no trabaja y nadie la ayuda en este importante papel; esa situación la coloca en un estado de desesperanza, que va a pasar a su pequeñ@ niñ@ y esto sí va a afectar su amor propio o valoración personal.
Decía Erick Fromm que “solo la madre que se ama lo suficiente para amar la vida puede enseñar a amar”, en otras palabras solo podemos amar en la medida que nos amamos a nosotros mismos (no se puede dar lo que no se tiene).
En la adultez, quienes no tuvieron madre, padre, abuelos, cuidadores amorosos, talvez por ello su autoestima no sea la más elevada, pienso que todavía tienen la oportunidad de mejorar, pero es fundamental reconocer esas deficiencias para buscar el tipo de ayuda especializada que se requiere y lo que es aún más importante, saber escoger el especialista adecuado.