sábado, 9 de octubre de 2010

A donde vamos


“Tengo mi carro, no utilizo el transporte público, ni lo necesito. Mis hijos van a un excelente colegio privado, la escuela pública es un desastre. Tengo mi casa propia, no me interesa el tema de las viviendas a realizarse con el Fondo de Pensiones. Tengo un salario aceptable puedo comprar en el supermercado, eso de los mercados populares no me incumbe”.
Una y otra vez cada día nos repetimos frases como esas y nos condicionamos de manera tal que al final de la jornada poco nos interesa nuestro propio entorno, si el amigo se enferma o está en aprietos sin lugar a dudas es asunto de otros porque incluso ni siquiera es tan cercano a mi.
Estas reafirmaciones son algunos de los elementos que sin lugar a dudas han contribuido con la disgregación de la sociedad y cada día nos vamos perdiendo los unos de los otros. A pesar de estar demostrado que la relación de los abuelos, tíos, primos y demás familiares fortalece el desarrollo emocional de los niños, más y más padres neutralizan estos vínculos.
Algunos progresistas profesionales entienden que sus parientes o amigos se han quedado rezagados y a su vez lo retrasan o que son una carga de la cual es mejor estar alejados, pues no pertenecen al círculo al cual han ingresado o anhelan hacerlo y podrían ser una vergüenza. En tanto, estamos formando una nueva generación, autómatas, sin sentimientos ni vinculaciones emocionales, sin solidaridad familiar y quizás en nuestro ocaso seremos muchos más los que estaremos en los acilos o en las calles, sin familia y sin un sistema estatal que nos ampare.
Si hoy no fomentamos el respeto, el amor y la solidaridad para con nuestros mayores como podremos demandarla mañana con nosotros mismos. Solo reagrupándonos en torno a valores es que podremos recomponernos como una masa social que pueda fraguar un horizonte venturoso, ver sociedades como la taiwanesa podría ser un referente significativo en toda la amplitud, o recordar el poema “Primero se llevaron” Martin Niemöller porque allí justamente es a donde nos encaminamos.

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