Las abuelas siempre decían a las hijas y nietas, “mis hijas no se quieran ir delante del hombre, porque luego ellos no quieren hacer nada”.
Este consejo que hoy muchas lectoras deben recordar con una sonrisa en los labios, sigue siendo un credo en muchas madres, en especial aquellas que lo desoyeron y pagaron muy alto el precio de no saber escuchar.
El liberalismo, las mujeres queriéndonos parecer a los hombres en muchos más aspectos de los que en verdad deben, creer que el hogar es de los dos y que deben fajarse a luchar de igual a igual para crecer, entre otras muchas razones, ha motivado a millones de mujeres a tomar la delantera y dejar muy atrás a sus parejas, siendo esto un ingrediente fundamental para las rupturas familiares y los millones de matrimonios que hoy terminan en divorcio.
Las abuelas decían que no se puede ocupar el lugar del hombre en la familia, pues cuando “nuestros hombres descubren lo inútiles que resultan en sus familias terminan por autoaniquilarse”, claro que esto también es una excusa muy torpe.
No tenemos aquí el espacio suficiente para desarrollar el tema en base a los tratados científicos y sobre todo en base a la experiencia de nuestra cultura. Sin embargo, es bueno reiterar: mujeres, no tomen la delantera, no es que dejen de formarse, pero sí que guarden sus carteras y dejen que ellos paguen desde el primer día.
La mujer que mucho trata de considerar y ayudar a su amado, y luego y con exagerada frecuencia tiene que cargar de más, empieza a perder, siendo esta otra razón para los conflictos de pareja y de familia.